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Aunque los relojes esqueletizados de los años 1980
no lograron captar el espíritu de su tiempo, el concepto
adquirió un valor simbólico importante en la década
siguiente, de la mano de algunos pequeños fabricantes
que buscaban preservar el incierto futuro de la relojería
mecánica. Entre ellos, el más conocido fue el relojero
muniqués Gerd-Rüdiger Lang, fundador de Chronoswiss
en 1983. Autor de un libro sobre cronógrafos, fue un
visionario que lanzó conceptos radicales en la época,
como los fondos de caja transparentes. Se centró en la
experiencia del usuario y conquistó a un número cre-
ciente de coleccionistas con el rico contenido relojero
de sus piezas, ya fueran movimientos ingeniosos (como
un cronógrafo automático pionero) o diseños como el
del modelo Régulateur, que retomaba la visualización
separada de horas, minutos y segundos de los relojes de
referencia de los observatorios. En el cronógrafo auto-
mático Opus de 1995, el esqueleto era particularmente
sobrio, sin exceso de grabados o decoraciones, aunque
cargado por la complejidad del movimiento, los meta-
les de distintos colores y el acabado œil-de-perdrix en
las platinas y puentes restantes. Aun así, el reloj mos-
traba un carácter técnico que serviría de modelo para
diseñadores futuros.
Otra creación interesante fue la Heart Beat de
Frederique Constant, lanzada un año antes del Opus.
Esta marca ginebrina, hoy parte del grupo Citizen, pre-
sentó un reloj de estilo clásico Breguet, muy simple, que
se distinguía por una apertura en la esfera que dejaba
ver el volante. Técnicamente no era gran cosa, pero la
idea se convirtió en un fuerte argumento de venta para
una marca joven que supo capitalizar el deseo de ver
el reloj «en acción», un fenómeno del que los relojeros
acabarían tomando conciencia. En ese momento, los
fondos transparentes eran aún raros y desdeñados por
marcas como Patek Philippe, que alegaban (con razón)
que demasiada luz podía dañar los delicados aceites
del movimiento.
Al cambiar de milenio, los relojes esqueletizados fue-
ron impulsados al centro de atención por tres fenómenos,
incluyendo una auténtica revolución. Primero, la cre-
ciente popularidad de los tourbillons: Audemars Piguet
y Blancpain ya producían modelos con tourbillon visible
a través de la esfera en los años 80, y la idea comenzó a
difundirse en la década siguiente gracias a casas como
Breguet, Girard-Perregaux y Vacheron Constantin. Se
volvió habitual ver un componente de la compleja mecá-
nica en la que se había invertido, salvo en Patek Philippe,
que sigue ocultando sus tourbillons bajo esferas sólidas.
Segundo, el surgimiento, a finales de los años 90,
de una nueva generación de relojeros independien-
tes, siguiendo los pasos de Franck Muller y Daniel Roth.
Liberados de las restricciones de las grandes casas, fabri-
cantes como Vianney Halter, Christophe Claret, Urwerk
y Greubel Forsey comenzaron a redefinir la naturaleza
del reloj. ¿Y la revolución? Richard Mille.
En su debut en Baselworld 2001, Richard Mille revolu-
cionó la alta relojería con el RM 001 Tourbillon. Inspirado
en la construcción de los Fórmula 1, incorporó nuevos
materiales, como platinas de titanio y fibra de carbono,
e inauguró un concepto en el que el movimiento no solo
es visible, sino realmente espectacular. Cada elemento
tenía su historia, y gracias a su arquitectura esencial
-inspirada en la Fórmula 1- la presentación no resul-
taba confusa como en esqueletos anteriores. De repente,
el movimiento se convirtió en un medio de expresión
para cualquiera que quisiera ocupar un lugar en la alta
relojería.
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1. AUDEMARS PIGUET Code 11.59 Grande Sonnerie Carillon
Supersonnerie. Reloj con esfera de zafiro que deja ver el cali-
bre automático 2956 y su exquisito acabado, en perfecta armo-
nía con el color de la caja. Este modelo en sand gold y cerámica
negra (carrura), de 41 mm, celebra el aniversario de la casa con
el logotipo 150 Years grabado en el reverso.
2. BREGUET Tradition Chronographe Indépendant 7077. En la
colección Tradition, que ofrece una vista directa del movimiento,
el cronógrafo adopta ahora el azul Breguet. Este color destaca en
el realce, el guilloché “clavos de París” de la esfera y en los arcos
del contador de 20 minutos y la reserva de marcha. Caja de oro
blanco de 44 mm.
3. PATEK PHILIPPE 6159G-001. Una reinterpretación moderna
del calendario perpetuo retrógrado. Su esfera de cristal de zafiro
metalizado en gris con degradado negro deja entrever el movi-
miento. La caja de 39,5 mm en oro blanco está decorada con el
emblemático motivo de “clavos de París” en el bisel y el reverso.
4 TAG HEUER Monaco Split-Seconds Chronograph. Este cro-
nógrafo rattrapante de 41x41 mm presenta el calibre automático
TH81-00, completamente visible gracias a su esfera de zafiro y
a una caja futurista: bisel y fondo de zafiro abrazan una carrura
de TH-Titanium texturizado, un material innovador desarro-
llado internamente.
5. ULYSSE NARDIN Diver [AIR]. Un reloj esqueleto creado para
los entornos más extremos: es el reloj de buceo mecánico más
ligero del mundo. Con un movimiento automático calado prin-
cipalmente en titanio, una caja de 44 mm en titanio y fibra de
carbono (resistente hasta 200 metros) y correa elástica, pesa
menos de 52 gramos.
6. PIAGET Altiplano Skeleton High Jewellery Métiers
d’Art. Movimiento esqueletado 9P engastado con diamantes y
zafiros, combinado con una decoración en esmalte Grand Feu
cloisonné dentro de una caja de 40 mm. Una pieza excepcional,
limitada a 8 unidades, con la doble firma de los Ateliers de l’Ex-
traordinaire de Piaget y de la esmaltadora Anita Porchet.
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